Publicado el 24/01/2028
Calidad y origen de los Modelos de Acreditación
En esta primera entrega de Apuntes de Gestión Sanitaria queremos hacer una aproximación al concepto de calidad asistencial y al origen de los modelos de acreditación.
En esta primera entrega de Apuntes de Gestión Sanitaria queremos hacer una aproximación al concepto de calidad asistencial y al origen de los modelos de acreditación.
No hay ninguna duda que la calidad ocupa a todos los que participan en el proceso asistencial. Directivos, profesionales y pacientes están comprometidos con alcanzar y obtener los mejores resultados en la prestación de servicios asistenciales. Por esta razón, es importante destacar los ingredientes clave de la calidad asistencial: la calidad científico-técnica y, muy especialmente, la calidad relacional. Ambos componentes son imprescindibles para alcanzar altos niveles de excelencia. Conseguir estos niveles de excelencia requiere prestar atención a múltiples elementos que componen el proceso asistencial y precisa de la protocolización efectiva de los procesos que admiten su estandarización, de rigor en la realización de estos procesos según lo previsto en su diseño y de la introducción de criterios de gestión clínica en la toma de decisiones asistenciales. El cumplimiento preciso de todo lo planteado solamente se puede objetivar con instrumentos que permitan evaluar la realidad de los servicios ofrecidos a los pacientes, comparándola con estándares aceptados y previamente establecidos.
Los diferentes modelos de acreditación que se usan en la actualidad identifican estándares de excelencia que permiten comparar la ejecución de los procesos, asistenciales o no, con una referencia, considerada óptima, que estos estándares plantean y que permite objetivar el nivel de cumplimiento.
El primer antecedente en el establecimiento de estándares de calidad fue el cirujano norteamericano Ernest Codman (1869-1940), quien en 1916 propuso un sistema para evaluar la ejecución de la actividad quirúrgica que llamó “Sistema de los resultados finales para aprender de ellos para la mejora continua de los nuevos pacientes”. Entre otras propuestas, este modelo establecía que todos los pacientes debían tener una historia clínica y un diagnóstico preoperatorio, que debían ser seguidos por el cirujano durante un año tras la intervención con el fin de identificar los resultados a largo plazo o que los cirujanos y equipos quirúrgicos debían revisar sus complicaciones al menos una vez al mes. Más de cien años después, la figura de Ernest Codman sigue siendo actual: su preocupación por la mejora de los procesos o por la evaluación de los errores médicos, de los fue el primero en hablar sin reparos, le confieren una especial modernidad.
Sus propuestas de trabajo impulsaron la creación del Programa de Estandarización Hospitalaria del Colegio de Cirujanos de EE.UU, embrión de lo que en 1951 acabó convirtiéndose en la Joint Commission para la acreditación de hospitales. Hoy en día, la Joint Commission es la organización más reconocida y extendida en el mundo en la acreditación de instituciones de salud y su modelo ha inspirado otros de aplicación nacional o internacional.
Sea cual sea el modelo utilizado, acreditar es reconocer que un centro cumple niveles óptimos de calidad, partiendo de una evaluación externa e independiente que toma como referencia estándares construidos a partir de un consenso científico-técnico. Particularmente, el modelo de acreditación de la Joint Commission se estructura en estándares que se centran en la atención de los pacientes, incluyendo los elementos relacionales y estándares enfocados a la calidad de los procesos facilitadores del proceso asistencial.
Normalmente, en el ánimo de las organizaciones, la adopción de un modelo de acreditación lleva implícita la voluntad de acreditarse pero, ¿no puede ser también una buena opción para aquellas organizaciones que sólo desean orientar el Programa de mejora de la calidad?